Los dos hijos de Adán y Eva, Caín y Abel hacen ambos una ofrenda a Dios. Abel es pastor y sacrifica uno de sus animales primogénitos.
Caín ofrece de los frutos de la tierra.
Dios ‘toma nota de Abel y su ofrenda’, pero no de Caín y su ofrenda.
Cuando Caín se da cuenta de esto, se enfurece y mata a su hermano. Este es un resultado trágico de la caída de sus padres en el pecado.
La pintura enfatiza la profesión de Abel, pastor de ovejas, al representar ovejas y el bastón del pastor.
Este evento recuerda a Jesús, quien se llama a sí mismo el Buen Pastor. Puedes leer esto en Juan 10.
Jesús dice allí: ‘Yo soy el buen Pastor; el buen pastor da su vida por las ovejas.’
Eso es exactamente lo que hizo Jesús: dio Su vida en la cruz y, por lo tanto, tomó el castigo por el pecado. Gracias a Su muerte, la vida eterna es posible.
En Zacarías 13, versículo 7 hay una profecía acerca de Jesús como Pastor:
‘Matad a ese Pastor y las ovejas se dispersarán por todas partes.’
En Mateo 26, versículo 31, Jesús cita esta profecía y es una realidad que poco tiempo después de la muerte de Jesús Sus discípulos se dispersan.